relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Pintor de hombres

Detalle de la bóveda de la Capilla Sixtina. Miguel Ángel.  40,93 m de longitud por 13,41 de anchura. Fresco sobre muro. 1508-12. El Vaticano. Roma
Un Ignudi. Detalle de la bóveda de la Cª Sixtina
La Sibila Délfica. Detalle de la bóveda de la Cª Sixtina.
Al final mis enemigos mordieron el polvo. Creyeron que acabarían conmigo si aconsejaban al Papa que me hiciera el encargo de cubrir de frescos todo el techo de la Sixtina. Pensaron que un escultor no sabría resolver una superficie tan grande. Se equivocaron. No sabían que el dibujo es la base de cualquier arte, también de un gran escultor, no sabían que llevaba mucho tiempo dibujando las figuras de la tumba que el Papa Julio II me había encargado. Las mismas me servirían. El programa iconográfico se alejaba de las ideas romanas y se acercaba al neoplatonismo que imperaba en mi ciudad. Se trataba de integrar el desnudo clásico en la tradición religiosa cristiana, mezclando a los profetas con las sibilas y a los hombres con el creador. Dios es un hombre perfecto. La perfección proviene del uso de la razón idealista, como hicieron los clásicos. Profetas y sibilas son lo mismo. No hacen falta aureolas de santidad. Para identificarlos puse rótulos debajo. Decidí pintar al fresco cientos de formas humanas, pinté a Adán sin vestiduras aunque aún no llegué a atreverme a desnudar a Dios Padre... Fueron cuatro años de un esfuerzo físico titánico, pero mereció la pena. Nunca se vio nada semejante. El que quiera saber en el futuro cómo se dibuja a los hombres tendrá que tomar notas de esta bóveda, mirar bien los arquetipos de belleza musculada que se mueven por el techo en libertad. Son figuras masculinas, anchas, poderosas, en posturas variadas, pero siempre vitales. Me gustan los hombres fuertes... Sin querer, a las mujeres, las hago también hombrunas. Los dispuse ordenadamente sobre un fondo arquitéctonico. Situé entre los lunetos a los profetas y a las sibilas, sentados y a mayor escala, y en el centro pinté las escenas del Génesis, en rectángulos alternantes de dos tamaños, separadas entre sí por los Ignudi. De entre las escenas, la más famosa es la de la creación de Adán. Dios Padre levita poderoso, sostenido por ángeles, se aproxima a Adán y extiende su brazo hacia él. Adán, tumbado, alarga también su brazo y parece despertar de un largo sueño. Las manos acaban de tocarse. Es un contacto mágico. Dos dedos cargados de energía concentran toda nuestra atención. Dios le confiere la vida, los ojos de Adán amanecen y su rostro se levanta para ver de frente al Padre.
http://www.youtube.com/watch?v=d0UJzZRERMs&feature=relmfu )

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