relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Saber y poder

En el transcurso de una clase del segundo trimestre de segundo de bachillerato, mientras explicaba la construcción del Monasterio del Escorial, decidí contar esta historia, de origen para mi desconocido, que me contaron en el colegio:
"Bajo el coro de la basílica hay una extraña bóveda plana. En realidad es una cúpula porque tiene forma circular. A la vista está. Cuatro pechinas sobre un tramo cuadrado y un conjunto de dovelas en disposición concéntrica. Pues bien, se cuenta que, a causa de esta bóveda, Don Juan de Herrera, el arquitecto que dirigió las obras del magno edificio, y el rey Felipe II tuvieron un enconado enfrentamiento. Al parecer el rey era muy erudito en la ciencia geométrica y se las daba de tener nociones de arquitectura, de modo que, cuando Don Juan le propuso construir una bóveda plana bajo el coro de la basílica, el rey se opuso.
- Señor arquitecto- dijo - las bóvedas, en realidad, no son planas. Ni tienen por qué ser planas, ni aporta ninguna ventaja el que lo sean. Construir bóvedas planas no engendraría más que inestabilidad y problemas. No obstante, usted dirige las obras. Si decide hacerla al fin, ponga debajo un pilar o una columna, no sea que todo el conjunto se venga abajo por nada.
Herrera, convencido de que su intención no era un mero capricho, decidió hacer caso omiso de las recomendaciones reales y fabricó un andamiaje en torno a la estructura de cartón piedra con forma de gruesa columna bajo la bóveda para dar a entender al rey que seguía fielmente sus instrucciones.
El día en el que Felipe II visitó las obras de la iglesia concluida, el rey no se apercibió del engaño. A la vista del montaje imaginó que Juan de Herrera había decidido construir la cúpula plana, pero también que bajo ella había una sólida y gruesa columna, tal y como él le había aconsejado. Por eso sonrió satisfecho y se vanaglorió de su intervención. Según él, si no hubiera sido por sus argumentos y por la validez de sus propuestas, el artista estaría todavía haciendo pruebas. Aún no había terminado su parlamento, cuando Don Juan se adelantó hasta el grueso cilindro y le dio una fuerte patada. Entonces el cartón piedra se quebró y se descubrió la mentira.
Dicen que el rey fulminó al arquitecto con su mirada y que dijo estas palabras:
- Juan de Herrera, Juan de Herrera, con los reyes no se juega..."
Con esta frase lapidaria terminaba el relato, así que subrayé el final con un largo inciso al tiempo que sobrevolaba la expresión de mis alumnos valorando los efectos de mi parlamento. La mayor parte asentía seriamente. Sin embargo, uno de ellos, un alumno que miraba, escuchaba y casi nunca contestaba a mis preguntas levantó la mano y sentenció:
- La historia que usted ha contado es un cuento aún más extraño que la cúpula. No es común que, si el poder se enfrenta con el saber, se acabe por ver en los hechos cómo el saber prevalece. Tampoco resulta lógico que el que sustenta el poder gane en sabiduría y que el saber se equivoque. Esa historia huele mal, seguro que no fue así... 

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