relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Aula Regia

Si hay un edificio excepcional en el Prerrománico europeo es éste que estamos viendo. Después de la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d de C) y antes del año 1000, en toda Europa la arquitectura en piedra casi se extingue a medida que desaparecen los canteros, porque todo se ruraliza. La cultura y el arte se refugia en escasos monasterios que copian y copian antiguos manuscritos o bien se produce en torno de algún raro rey o emperador, cuyo poder le permita juntar a su alrededor una pequeña corte. Este último fenómeno es cada vez más excepcional y además cada vez más pobre por cuanto ya casi nadie paga impuestos y menos en moneda. Pues bien, uno de esos escasos reyes que consiguen alcanzar cierta riqueza es Ramiro I de Asturias, que a mediados del siglo IX es lo suficientemente poderoso como para exhibir su independencia con respecto al Sacro Imperio (que fundó Carlomagno) y para construir a las afueras de Oviedo, en donde tiene su corte, una iglesia, (que sería el tipo de edificio más común en aquella época y que se llama San Miguel de Lillo), y un pequeño palacio (Aula Regia), que pronto se transforma en iglesia y que hoy se llama Santa María del Naranco.  
Un Aula Regia debía de ser una especie de pequeño palacio (apenas 20 metros de largo) en el que el rey celebraba determinados actos oficiales como el de la entrega de las banderas o estandartes a los ejércitos antes de ir a la guerra. El edificio tenía planta rectangular y dos pisos más una escalera lateral adosada a su fachada norte. El piso inferior, dividido en tres partes, es de baja altura y está cubierta con bóveda de toba. En uno de sus extremos, tenía baños. El piso superior es más esbelto (doble de alto que el inferior) y es el que se usa para las ceremonias representativas, tenía dos galerías abiertas al exterior en sus extremos con tres arcos de medio punto peraltados sobre columnas de fuste sogueado y capitel derivado del corintio.
El edificio debió de ser tan importante como para que su arquitecto se esmerase en su construcción. El sillarejo, por ejemplo, es de gran calidad. Lo más destacable, sin embargo, es su sistema de construcción totalmente abovedado. Sus bóvedas de cañón de mortero u hormigón (como las romanas), reforzadas con arcos fajones, articulan el edificio. Cada arco fajón apoya en el interior sobre dos líneas de impostas paralelas, bajo las que hay arcos ciegos que parten de haces de columnas con fuste sogueado. En el exterior a los arcos fajones del interior les corresponden contrafuertes, los primeros contrafuertes de nuestra historia y además decorados con un relieve de líneas paralelas verticales. Los contrafuertes, además, aumentan la estabilidad del edificio y dan verticalidad a la fachadas. Los contrafuertes y los arcos fajones asturianos anteceden en un siglo a los contrafuertes de la arquitectura románica y son sus antecedentes más próximos. Sin embargo, el abovedamiento de hormigón del piso superior es el canto del cisne, la última expresión del abovedamiento romano, que es algo que se pierde, que se olvida casi definitivamente.
Otros aspectos extraños del edificio son el de su decoración con relieves con bandas o cintas de las que cuelgan medallones o clípeos con formas que, al parecer, se inspiran en tejidos bizantinos y la extraña arquería superior (también triple y también de arcos de medio punto peraltados sobre columnas) de las dos fachadas frontales, bajo el tejado a dos aguas, que simulan un tercer piso inexistente, y que nos recuerda a la llamada cámara del tesoro (que había existido ya en la arquitectura visigoda, sobre el altar de las iglesias). También es extraño que las claves de algunos arcos tengan forma de T y el tipo de arco elegido, el arco de medio punto peraltado de peralte recto. A pesar de sentirse herederos del reino visigótico no quisieron repetir el mismo arco de herradura. ¿Por qué lo rechazaron? ¿Pensaron que era demasiado parecido al de sus enemigos los musulmanes, que también usaban un arco de herradura, o pensaron que su forma era más práctica para dar esa tensión vertical que tan bien le viene al edificio? No sabemos qué pasó, pero sí de la elegancia del edificio, transformado en una falsa iglesia, por la adición de un más extraño altar exento, que se localiza en medio de la galería Norte, mirando hacia el cielo asturiano.
(www.artehistoria.com/arte/videos/719.htm)

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