relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Cánones

Apoxiomenos. Lisipo. 340-330 a C. 2,1 m. Mármol
Doríforo.  Policleto. 450-440 a C. 2 m. Mármol.
El canon busca la armonía y se llega a él poco a poco. No se encuentra. Se logra quitando y poniendo. Aparentemente, es un trabajo sin fin. Se trata de que nada en el cuerpo humano parezca grande o pequeño, de que nadie pueda decir de tu figura que es cabezona o que es muy chaparra o que tiene unas manos muy grandes, es decir, se trata de que en la representación del cuerpo del hombre reine la  proporción. Para ello hay que establecer una relación de tamaño entre las partes y es a eso, sobre todo, a lo que se dedicaron los escultores griegos que esculpieron los Kuroi (desnudos) y las Korai (vestidas) durante la época arcaica. Recorrido este camino, después del período severo de la primera mitad del siglo V antes de Cristo, llega la época de Fidias, de la segunda mitad del siglo V, en la que esculpe Policleto (a la izquierda su Doríforo) y el clasicismo tardío del siglo IV, en el que trabaja Lisipo (a la derecha su Apoxiomenos).
Lisipo y Policleto tienen más semejanzas que diferencias. Las semejanzas tienen que ver con su origen alejado de Atenas, lo que hace que recibamos de ellos noticias indirectas que nos sirven para conocer que eran broncistas y que de ellos no nos queda ninguna obra original, de modo que sólo les conocemos a través de las copias que de su obra realizaron los romanos. Vemos que en ambos casos su preocupación fue el canon del cuerpo masculino, aplicado a un kurós desnudo, es decir al arquetipo del joven en su plenitud corporal, y comprobamos que ambos participaron de la idea de que la belleza implicaba serenidad (expresión clásica, serena, pensativa...) y equilibrio (por lo que ambos usaron del contraposto). El contraposto era una fórmula de composición que suponía contraponer los esfuerzos de brazos y piernas, de manera que si la pierna de apoyo era la derecha, el brazo contrario (izquierdo) realizaba un movimiento para equilibrar al conjunto. El sistema de composición solía implicar el que tras la pierna de apoyo apareciera un tocón (que refuerza su volumen) y un ligero movimiento de la cabeza y del tronco, dado que el contraposto era la solución al problema planteado por la frontalidad (rigida simetría) de los Kurós arcaicos.
Más difíciles de percibir son las diferencias. La más evidente es la ridícula hoja puritana del Apoxiomenos, que es un vicio particular de las copias del Museo Vaticano. También es evidente la del propio canon. El de Lisipo tiene la cabeza más pequeña (ocho cabezas), por lo que parece más atlético, más estilizado, mientras el de Policleto nos parece más fuerte por más ancho (siete cabezas). En la acción, en la postura hay otra  diferencia. Hay un cierto orgullo heroico en la postura del Doríforo que porta la lanza, que contrasta con la actitud reservada del Apoxiomenos. En efecto, éste está limpiándose el sudor del brazo con un strigilo. Es, salvando las distancias, como si estuviese en la ducha. No hay nada de heroico en su actitud. Y sin embargo, en su íntima privacidad, el Apoxiomenos nos enseña que en un siglo se ha avanzado enormemente en el arte de esculpir. Mirad las formas casi líneales todavía del Doríforo en la uve inguinal y en los músculos del pecho y cómo esas líneas se han transformado ya en verdaderos volúmenes esfumados en el Apoxiomenos, contemplad su cabello sin volumen, casi inciso, y la forma casi esférica de la cabeza del primero, comparada con el laberinto de rizos del segundo, y percibid que mientras la obra de Policleto se hace para una contemplación exclusivamente frontal, pues sólo sale levemente del plano de representación el antebrazo con la lanza, en Lisipo se sugiere una contemplación múltiple, que incluye la vista lateral, a consecuencia del decidido movimiento hacia delante de los brazos de su Apoxiomenos.

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