relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Si no lo veo no lo creo

En una de las esquinas del claustro del Monasterio de Silos hay un relieve románico del siglo XII, en piedra, cuyo tema contiene una justificación de todo el arte medieval. En efecto, no hace falta estudiar mucho para saber que en la Edad Media todo el arte estaba en manos de la iglesia y que con él se pretendía, sobre todo, convertirnos a la fe cristiana. Pues bien, un arte que está para hacernos creer, está muy bien representado en "La duda de Santo Tomás", porque el tema expresa la razón por la que son necesarias las imágenes y porque con él se contradice a los judíos y a los musulmanes, que son iconoclastas. 
Lo primero que nos llama la atención es el marco arquitectónico, esas dos columnas y el arco de medio punto que contiene a la representación figurativa. El arco nos habla de un marco urbano, como sugieren las dos torres y los cuatro festivos personajes que tocan trompetas y tambores. El arco, además, sugiere la existencia de un modelo, probablemente un manuscrito con ilustraciones, cuya copia es la labor común de la cultura recopilativa que se realiza en la biblioteca del monasterio. Después están los personajes. Por excepción los dos protagonistas no aparecen en el centro, sino a la izquierda. Cristo resucitado, a mayor escala que el resto, muestra la herida en el costado a Santo Tomás, para que este meta sus dedos en ella. Así queda claro que él es el Salvador. El resto de los apóstoles, todos con el mismo rostro y con las mismas barbas (incluso San Juan), están distribuidos en tres filas de cuatro, que rellenan todo el espacio, y aparecen identificados en su aureola de Santidad por la inscripción con su nombre y por el símbolo que portan en su mano (San Pedro, las llaves). Con ese gesto hierático en sus rostros y con esa postura tan extraña e inestable, que cruza los pies y las piernas, expresan que lo que sucede es un hecho importante, milagroso. En la forma, encontramos también aspectos interesantes. Aparte de esa composición geométrica en tres filas, que rellena todo el espacio, vemos una despreocupación absoluta por la profundidad. Las posturas de las figuras son exageradas, para subrayar la importancia del contenido religioso, y hay una despreocupación por la anatomía y el canon que contrasta con la claridad del mensaje y con el extraordinario cuidado se ha puesto en la decoración de los cabellos y de los pliegues. El juego de esas líneas curvas paralelas o convergentes y ese interés por transmitirnos la impresión de que los vestidos son casi transparentes, nos enseña que el escultor se ha esmerado. Y es que el artista se esta justificando. Nos habla de las razones de su arte: "Hay que ver y tocar para creer" o lo que es lo mismo: "Si no lo veo no lo creo". Es exactamente la idea contraria al dogma iconoclasta que judíos y musulmanes defienden a partir de textos comunes del Antiguo Testamento y es una idea que coincide con la cultura icónica clasica. Contra los clásicos paganos, sin embargo, también hay mucho. No hay idealismo ni interesa la realidad tal y como se ve. Ahora sólo interesa el mensaje. Para eso hace falta orden y eficacia comunicativa.

1 comentario:

  1. Un análisis fatuo en el que no puedes ocultar tus propios prejuicios ideológicos.

    Que no tienens ni idea del románico, de su arte e interpretación lo dejas muy claro.

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